El corazón fuerte y solidario de Camille O’Bryant
O’Bryant con el presidente de Cal Poly, Jeffrey D. Armstrong, en la ceremonia de los Premios Presidenciales a la Diversidad de 2025, donde O’Bryant recibió una larga ovación de pie junto con su premio. Fotografías de Sarah Dinetz
Un retrato de pasión, resiliencia y trascendencia para esta figura emblemática de la Facultad Bailey y de Cal Poly
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Octubre de 2025
POR NICK WILSON / Traducción de Inés Horovitz

Camille O'Bryant sostiene una versión enmarcada del lema de la
campaña "Amor, empatía, respeto" que ayudó a lanzar en
Cal Poly en 2017." Foto de Alexis Kovacevic
O’Bryant anunció recientemente su jubilación tras una carrera de 26 años que incluyó cargos de docencia, jefa de departamento y decana asociada.
Al final de un largo día cargado de reuniones seguidas, Camille O’Bryant pasea por el campus y no avanza mucho antes de encontrarse con rostros conocidos.
Un estudiante que ha tenido dificultades en matemáticas la saluda con timidez. Una profesora le cuenta con entusiasmo novedades acerca de una iniciativa sobre la salud en el campus. Un entrenador de baloncesto de Cal Poly bromea sobre deportes y le dedica un saludo de aliento al equipo de la ciudad natal de ella, los Boston Celtics.
La voz de O’Bryant, alegre y vibrante, resuena en el Centro Universitario de Estudiantes. Después de intercambiar saludos, se marcha al anochecer, tarareando melodías alegres.
Camille O’Bryant comenzó su carrera enseñando kinesiología en 1999 y más adelante asumió cargos de liderazgo, que incluyeron convertirse en la primera mujer negra en dirigir un departamento y en ser decana asociada en la Facultad (Bailey) de Ciencias y Matemáticas. Se la reconoce como una persona que crea vínculos, el “pegamento” que une a las personas y a los programas, y como alguien que alienta a los demás e infunde fuerza en tiempos difíciles, fomentando la cohesión de la comunidad.
O’Bryant se jubiló el 1 de septiembre como decana asociada del éxito y bienestar estudiantil y asuntos de diversidad e inclusión, abogando siempre por un ambiente acogedor para todos en el campus.
“Camille recibió el Premio Martin Luther King al Legado de Cal Poly en 2019, la misma noche en que Cornel West visitaba Cal Poly. Cuando me preguntó por ella, le dije: ‘Camille es un corazón andante’”, dijo Denise Isom, vicepresidenta interina para la diversidad y la inclusión. “Cada persona que conoce, cada estudiante que entra en su oficina, recibe toda su dedicación para atender cualquier necesidad, problema o pregunta. Camille ha sido un regalo para cada individuo de su departamento, de su facultad y de toda la universidad”.
Los colegas de todo el campus afirman que O’Bryant personifica la campaña “Amor, Empatía y Respeto” que ella lanzó junto con el profesor de matemáticas Stan Yoshinobu, como reacción a mensajes de odio anónimos en volantes y grafitis entre 2016 a 2017.

O'Bryant (izquierda) con sus compañeros en un evento de
Mustang United en 2018. Foto cortesía de Camille O'Bryant
”Camille es un corazón andante. Cada persona que conoce, cada estudiante que entra en su oficina, recibe toda su dedicación para atender cualquier necesidad, problema o pregunta.
~Denise Isom
Vicepresidenta interina para la diversidad y la inclusión
El movimiento #mustangsUNITED ganó fuerza con botones, imanes, calcomanías y otros materiales con el lema “Amor, Empatía y Respeto”, logrando acallar los mensajes de odio y convirtiéndose en un refrán de inclusión y aceptación.
“La diversidad, la equidad y la inclusión siempre han sido parte de mi identidad durante mi trayectoria profesional”, dijo O’Bryant. “Me dediqué a este trabajo porque sufrí acoso y discriminación en el ámbito deportivo. Siempre habrá puntos críticos. La manera en que reaccionamos creando una comunidad de respeto y aceptación es inmensamente significativa”.
O’Bryant entiende lo que se siente al experimentar la exclusión y la discriminación. De niña, como nadadora, recuerda haber oído comentarios que decían que las personas negras no podían nadar. Ya de adulta, como entrenadora de natación, en una ocasión le dijeron que debía abandonar la zona de la piscina durante una competencia infantil.
“Camille nos ha enseñado que la empatía es una práctica y que tener una intención requiere escuchar, confiar y desear profundamente comprender a las personas”, señaló Dean Wendt, decano de la Facultad Bailey. “Ella también nos demuestra que el mundo trata de manera distinta a cada persona según su apariencia, sus expresiones y a quienes ame. Y es muy importante comprender eso para poder tener éxito”.
La trayectoria profesional
La influencia de O’Bryant es ampliamente reconocida en todo el campus hoy en día, pero en sus primeros años en el campus enfrentó desafíos inesperados.
Poco después de dejar la Universidad Estatal de Ohio para asumir su nuevo cargo docente en Cal Poly, a su madre le diagnosticaron cáncer en Boston, donde vivía. A su estrés se sumó el hecho de que, durante las reuniones de departamento, tuvo que enfrentar las reacciones frías y hostiles de algunos colegas respecto a decisiones curriculares, especialmente cuando intentaba destacar la importancia de instruir a los estudiantes sobre las inequidades y la discriminación en el deporte y la cultura mediática, así como la necesidad de que el curso de orientación fuera obligatorio para todos los estudiantes del programa de grado.
O’Bryant (al frente, derecha) con los estudiantes de intercambio de Ghana, Ropa Nhanga (al frente, izquierda) y Allen Lamtey Kpentey (al frente, centro) en una recepción de bienvenida en 2023. Foto de Izzy Kelly
“Algunos de mis colegas profesores eran abiertamente groseros”, dijo O’Bryant. “No podría afirmar que lo hicieran porque yo fuera mujer, o porque yo fuera una mujer negra, pero, como mujer negra, recibir ese tipo de trato fue duro. Realmente me dolió y minó mi confianza poco a poco”.
Habló del asunto con Phil Bailey, que era el decano de la facultad en ese momento, y quien ayudó a mediar una reunión entre ella y algunos de los profesores que se mostraban más abiertamente groseros e irrespetuosos.
“Tuvimos una conversación en la que sentí que podía hablar abiertamente sin temor a represalias”, dijo O’Bryant. “El decano Bailey les explicó que debían entender las dinámicas de poder, pues ellos eran profesores titulares y yo no tenía un puesto permanente. Recibí una disculpa”.
Sin embargo, los comentarios despectivos y críticos fueron, indudablemente, tan hirientes, que O’Bryant decidió abandonar Cal Poly. En 2003-2004, después de cuatro años en San Luis Obispo, O’Bryant recibió la oferta de un puesto docente en la Universidad de Tennessee.
“Yo estaba agradecida por los aliados que tenía en Cal Poly y en todo el país, pero estaba cansada de ser la única que debía luchar por incluir contenidos en el plan de estudios que, a mi juicio, debían ser obligatorios para todos los estudiantes”, dijo O’Bryant.
En Knoxville se vinculó con otros profesores cuyo trabajo era afín a sus intereses académicos. Pero a los pocos meses se dio cuenta de que extrañaba la dedicación a la educación y la pasión por aprender de los estudiantes de Cal Poly y decidió regresar a San Luis Obispo.
“Al volver, decidí que, en lugar de dejar que las cosas me pasaran, podía dejar de ser tan tímida, conocer mejor cómo funcionaba este campus y, simplemente, no complicarme tanto y seguir a mi corazón”, dijo O’Bryant.
De regreso en Cal Poly estableció vínculos y ganó aliados en todo el campus y se incorporó al Comité de la Condición de la Mujer. También pasó a formar parte de la Asociación de los Profesores y del Personal Negros.
“La salud de mi madre se estabilizó y mi vida personal y profesional se equilibró”, señaló O’Bryant. “Creo que el hecho de ampliar mis vínculos en todo el campus realmente me ayudó a no sentirme demasiado abrumada”.
Logró desarrollar dos cursos de educación general, uno de los cuales se llama Deporte y Género y el otro, Deportes, Medios y Cultura Popular Estadounidense. “Me tomó un par de intentos y varias presentaciones ante los comités para que dijeran: ‘Sí, esto cuenta como educación general’”, dijo O’Bryant.
Gracias a su trabajo eventualmente ganó mayor apoyo de sus colegas, así como oportunidades de ascenso y de liderazgo. Actualmente, O’Bryant es mentora y brinda apoyo a los docentes y estudiantes en todo el campus, muchos de los cuales la valoran por ayudarlos a prosperar.
En la celebración que se hizo para su jubilación en junio, poco después de recibir el Premio Presidencial a la Diversidad, en una sala llena de colegas, familiares y líderes universitarios, Phil Bailey dijo: “Camille, me alegra mucho que vinieras a Cal Poly. Y quizá muchos aquí no lo sepan, pero me alegra que hayas regresado”.

O'Bryant (izquierda) con Immanuel Williams en una ceremonia
de graduación. Foto cortesía de Camille O'Bryant
El profesor de estadística Immanuel Williams dijo que O’Bryant transmite una sensación de seguridad porque “crea un entorno en el que personas como yo podemos sentirnos cómodas y protegidas al instante, como si yo pudiera confiar en ella como en una tía que siempre me respalda”.
“Su asesoramiento ha tenido un efecto duradero”, dijo Williams. “En una ocasión me sentía tan agotado de enseñar que pensé que estaba acabado. Ella me escuchó con atención y me ayudó a distinguir la diferencia entre estar quemado y estar fatigado. Ese simple cambio de perspectiva me dio la fuerza para terminar un trimestre durísimo. Cuando se terminó, me di cuenta de que ella tenía razón: estaba fatigado, no quemado”.
Los logros académicos
Este otoño, O’Bryant comenzó el Programa de Jubilación Anticipada para Profesores (“FERP”, sigla en inglés) como profesora en el Departamento de Kinesiología y Salud Pública. Al volver al aula, aportará conocimientos aún más valiosos sobre formas de ayudar a los estudiantes a prosperar y salir adelante.
Durante la década pasada, como decana asociada, la labor de O’Bryant incluyó el liderazgo en la asesoría académica, la salud y el bienestar estudiantil, la diversidad, la equidad y diversos esfuerzos de inclusión, así como funciones de enlace con distintas oficinas y comités.
Esto implicó ayudar a estudiantes que estaban a riesgo de perder su condición de estudiantes regulares. Muchos enfrentaban traumas graves, como la agresión sexual, la pobreza, la inestabilidad emocional, el miedo a la deportación o el síndrome del impostor.
Algunos estudiantes carecían de hábitos de estudio adecuados para tener éxito, lo que agravaba sus problemas de salud mental. O’Bryant evaluaba calificaciones, vinculaba a los estudiantes con recursos y colaboraba con los estudiantes, los profesores y el personal para hacer seguimientos.
“Con frecuencia es como un rompecabezas, y yo trabajaba con los mismos estudiantes y con otras personas para ver cómo podíamos encajar las piezas y ayudarlos a ser buenos alumnos, pero, sobre todo, a convertirse en seres humanos sanos”, dijo O’Bryant.
Zac Giles, estudiante de la carrera de bioquímica, tuvo dificultades académicas y personales cuando llegó a Cal Poly en 2017, lo que lo llevó a ausentarse del campus durante cinco años, hasta que fue readmitido y retomó sus estudios de bioquímica este otoño. Él valora el compromiso de O’Bryant, quien lo conectó con los recursos y le brindó un apoyo constante durante el transcurso de su trayectoria educativa.
“Camille es como un ángel”, dijo Giles. “Cuando te encuentras en una situación difícil es normal que te pongas a la defensiva. Con ella bajas la guardia de inmediato. No hay nada que ocultar, lo que ayudó muchísimo. Hay algo en su entusiasmo y energía que te hacen sentir que ella es tu entusiasta más importante”.
O’Bryant recordó a otro estudiante que con frecuencia se angustiaba y temía fracasar en sus clases y no tener éxito profesional si no se graduaba. A veces usaba una caja entera de pañuelos desechables en una sola reunión.
“El decano interino de Estudiantes (David Groom) y yo estábamos en marcación rápida, y entre los dos, el estudiante iba y venía constantemente”, dijo. “Había cosas que este estudiante necesitaba aprender a manejar, y progresó mucho”.
Con el transcurso del tiempo, el estudiante aprendió a manejar mejor sus emociones y sus cambios de estado de ánimo y a trabajar productivamente con otras personas y obtuvo su licenciatura.
“Camille tiene una habilidad innata para identificar y validar las experiencias y puntos fuertes únicos de cada estudiante”, afirmó Ryan Lau, analista de asuntos estudiantiles de la Facultad Bailey. “Fomenta la confianza y anima a todas las personas con quienes tiene contacto y se relaciona con cada uno de nosotros de una manera muy auténtica”.
Lau dijo que O’Bryant evaluaba cuidadosamente las calificaciones de los estudiantes cada trimestre y dirigía conversaciones con asesores académicos priorizando el bienestar de los estudiantes: “Ya sea que el o la estudiante necesite tomarse un descanso, cursar clases en otro lugar o aprender estrategias para reducir la cantidad de clases que curse y todo lo que tenga entre manos, Camille siempre ha sido la defensora y la animadora incondicional del camino particular que cada estudiante elija”.
“La perseverancia de Camille para ayudar a los estudiantes a alcanzar el éxito es realmente extraordinaria”, dijo Phil Bailey. “Se propuso hacer todo lo posible por fortalecer la confianza de los estudiantes y lograr que creyeran en sí mismos, porque ella creía en ellos. Su compromiso fue absoluto. Camille llegó a ser una parte importante de sus vidas”.
De izquierda a derecha: Preston Allen, vicerrector adjunto emérito de Asuntos Estudiantiles y director ejecutivo de Vivienda; O’Bryant; Bryan Hubain, exdirector de los Centros Interculturales; y Steve Ross, excoordinador del Centro de Excelencia Académica Negra, en 2018. Foto cortesía de Camille O'Bryant

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